Historia de Ibiza
Descubre la apasionante historia de Ibiza desde los primeros asentamientos neolíticos hasta convertirse en el destino turístico que es hoy en día.
Durante el Neolítico, la Edad de Piedra reciente, Ibiza fue lugar de paso de marineros dedicados al comercio y no consta que tuviese población estable.
Se han encontrado vestigios que prueban que la isla estuvo habitada durante la Edad de Bronce. Los primeros pueblos que habitaron la isla fueron de origen ibérico.
Durante el milenio anterior a nuestra era llegaron a la isla los fenicios y posteriormente los griegos quienes la denominaron, junto a Formentera, "Islas Pitiusas" -lugar de pinos- en griego.
La fundación de Ibiza
Ibiza fue fundada por los cartagineses. En el 654 los cartagineses fundaron la ciudad de Ibosim, una fortaleza estratégica y comercial y un excelente puerto natural para sus navíos, e iniciaron la explotación de las salinas.
De la cultura púnica se conservan la Necrópolis de Puig des Molins y el Templo de Tanit.
Tras la caída de Cartago en el 146 a.C. y hasta el 70 d.C., Ibiza se convirtió en centro de piratas, motivo por el cual Roma decidió ocuparla y en el año 70 fue incorporada a Hispania con el nombre de Ebusus.
En el 426 Ebusus fue devastada por los vándalos de Genserico que la incorporó a su imperio norteafricano. En el 554 pasó a manos bizantinas.
De 902 al 1229 Ibiza estuvo bajo el dominio musulmán con la denominación de Yebisah. Al comienzo de este dominio la isla dependía del emirato de Córdoba y, más tarde, del reino Taifa de Denia, hasta que en el 1080 el reino moro de Baleares se declaró independiente.
La isla alcanzaría su apogeo económico en los siglos XI y XII.
En 1114 fue ocupada por las tropas de la República de Pisa y las catalanas del conde Ramón Barenguer III, con escaso éxito pero con un gran botín, pues tuvieron que huir tras pedir los musulmanes ayuda a los almorávides.
En 1235 Gillerm de Montgrí, con el beneplácito del rey Jaime I de Aragón el Conquistador, tomó la isla para la Corona de Aragón y expulsó o esclavizó a la población musulmana, repoblando la isla con gente del Ampurdán, Barcelona y Tarragona.
El rey Jaime II de Mallorca otorgó a Ibiza un gobierno municipal que perduraría hasta los Decretos de Insaculación de 1454.
La llegada de la decadencia
Durante los siglos XVI y XVII en Ibiza se fue creando una clase mercantil y aristocrática y otra en el campo que se fue empobreciendo paulatinamente debido a las pestes y las sequías.
En 1522 las germanías de Mallorca intervinieron la ciudad, entrando Ibiza en un periodo de miseria endémica, acrecentada por el cambio de rutas hacia el Atlántico a partir de los descubrimientos de 1492, por los ataques de los turcos en 1536 y por la gran peste de 1652.
Tras la Guerra de Sucesión a la Corona española entre austriacos y borbones, el rey Felipe V despojó a Ibiza, por su apoyo a los perdedores austriacos, de las rentas de sus salinas, explotadas desde la época de los cartagineses, y suprimió sus órganos de gobierno tras promulgarse el Decreto de Nueva Planta.
El empobrecimiento de la isla continuó durante todo el siglo XVIII, pese a la creciente actividad naviera por el auge de los corsarios y al importante cultivo del almendro.
Las diferencias entre los habitantes de la ciudad de Ibiza y el campesinado fueron a más y, a principios del siglo XIX, las tensiones sociales estallaron. Los payeses armados fueron contra la ciudad, aunque fueron derrotados y juzgados sumariamente en 1824. En tiempos de la Restauración, tras nuevas movilizaciones, muchos campesinos fueron expulsados de la isla.
A partir de 1868 Ibiza se benefició de la aportación de los capitales procedentes de Cuba y del establecimiento de los servicios regulares de barcos con la península, iniciándose una lenta recuperación hasta la Guerra Civil. Durante la Guerra Civil Ibiza sufrió los ataques de ambos bandos con más perdidas personales que materiales.
Ibiza como importante centro turístico
A partir de 1960 en Ibiza, como en todas las Baleares, comenzó un frenético crecimiento turístico que aquí tuvo personalidad propia, con el movimiento hippie, y que con el tiempo derivaría en un turismo joven y discotequero, convirtiéndose en la capital de la fiesta joven en Europa.
La belleza y el clima de la isla, con preciosas calas y playas, ha hecho que el turismo haya traído gran riqueza a la isla y, de hecho, se haya convertido en un monocultivo, junto al de la construcción.
En la actualidad Ibiza sigue siendo sinónimo de fiesta y vida nocturna. En ella se encuentran las mejores discotecas del mundo, motivo por el cual numerosas líneas de bajo coste ofrecen viajes desde todos los puntos del continente durante toda la temporada estival.